A través de la ventana.

Suspira.

La chica seguía con la barbilla recostada en la mano, con el codo recargado en el alféizar de la ventana. Podían verse los árboles que rodeaban y adornaban el edificio, el New World. Se levantó de la silla donde estaba y puso su frente contra el tibio cristal. Hacía poco tiempo que estaba en aquel lugar. Más que una prisión, un castigo... era una necesidad. Tanto para ella, Sumiko, como para las personas que pudiesen estar a su alrededor.

Con lentos movimientos llevó sus manos al pestillo de la ventana y la abrió con delicadeza, como si estuviera hecha de papel. Una suave brisa la sorprendió, haciendo que sus cabellos negros volaran un poco. Suspiró una vez más, con una breve sonrisa.

- Qué grato saludo... - susurró. Acarició su propia mejilla, como si lo que tocara fuese la invisible mano del hada del viento, que a su vez la acariciaba a ella. La sonrisa de Sumiko aumentó milimétricamente. Terminó de abrir la ventana por completo y, de la misma forma en que había abierto la ventana, con esos lentos pero firmes movimientos, se sentó en el mismo alféizar.

Aspiró con fuerza, intentando absorber con sus tristes sentidos la realidad que venía desde afuera, la realidad que se colaba por las ventanas y las rendijas de las puertas como un sueño un tanto lejano. Sólo era cuestión de esperar... y portarse bien. Después de respirar un par de veces más, comenzó a tararear un ritmo algo lento, para luego comenzar a cantar suavemente:

"La nieve cae sobre la tumba en la mañana muerta~
los aullidos del perro vagabundo y los pasos de las sandalias atraviesan el silencio~
Camina con el peso de la galaxia sobre sus hombros~
pero lo único que tiene es su sombrilla que abraza la oscuridad~

La mujer que camina por el camino de la vida~
dejó atrás sus lágrimas... hace mucho tiempo.